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miércoles, 26 de junio de 2013

Curas históricas de la sordera

A lo largo de la historia, la concepción de las personas sordas ha ido cambiando lentamente, aunque generalmente dándole prioridad al punto de vista patológico, es decir, a aquel que determina que, por tener una pérdida auditiva (independientemente del grado), se trata de una carencia y que por tanto tiene como objetivo su rehabilitación.


Sin embargo, ayer estuve viendo el documental Through deaf eyes (pongo los enlaces al final de la entrada por si alguien quiere verlo), y en él un entrevistado, Robert Panara, hacía mención a algunas de las terapias de curación a las que sometieron a muchas personas sordas. OJO, todas ellas inútiles, que a nadie se le ocurra intentar nada.

Por ejemplo, en el documental se nombra a Charles Lindbergh, el primer aviador en hacer un vuelo transoceánico solo. Al principio de su carrera, cobraba 50 dólares por pilotar los así llamados «deaf flights» (vuelos sordos). Básicamente consistían en llevar a la persona sorda en la cabina de mandos y realizar piruetas con mucho desnivel. Así, del susto, la persona sorda recuperaría la audición.


Charles Lindbergh junto a una de sus avionetas.

He encontrado una noticia sobre estos vuelos, publicada el 5 de agosto de 1951 en el australiano The Sunday Herald:


Noticia traducida:
Vuelo para curar la sordera
Por nuestro corresponsal
NUEVA YORK, 4 agosto.- Un avión hizo ayer rizos, cayó en picado y alabeó durante 25 minutos en Nueva York para intentar curar la sordera de Barbara Michalovic, de seis años.
Barbara nació sordomuda. Sus padres la han llevado a muchos médicos, quienes finalmente recomendaron, como última opción, probar con una serie de vuelos. Explicaron que el impacto de un vuelo brusco en ocasiones cura la sordera si la causa no es una malformación o una lesión.
Barbara llegó al aeropuerto acompañada por sus padres ayer por la mañana y la abrocharon en su asiento. Al revolucionar el motor, comenzó a gritar y su madre decidió no dejarla ir. Pero su marido la convenció.
El avión despegó, alcanzó rápidamente los 4000 pies, se enderezó y entró en una barrena plana. A 1500 pies, la maniobra acabó con un resbale. El motor volvió a revolucionarse enganchándose y la avioneta ascendió otra vez para realizar una nueva serie de acrobacias.
Cuando finalmente aterrizó, Barbara estaba sonriendo, pero seguía sorda.
(*Mil gracias a mi amiga Aida, piloto, por su ayuda con la terminología).

Otro de los métodos, más cercano quizá a la Medicina, consistía en ponerles un gorro e insertarles tapones de goma en los oídos. El casco estaba conectado a un aparato desde el que los médicos controlaban las olas de calor que sentirían sus pacientes y que, supuestamente, les devolverían la audición.

Como esta última terapia no funcionó en el caso de Robert Panara, su padre pensó en una alternativa: el béisbol. Uno de los jugadores más famosos de la época era Babe Ruth, también conocido como The bambino, y, por qué no, quizá de la emoción de conocer a su mayor ídolo, el joven Robert podría volver a oír. Él mismo relata en el documental, muy irónico, que el jugador le saludó e incluso le dio la mano. Estaba entusiasmado, no podía creérselo, pero... por supuesto no sirvió para que dejara de ser sordo.

Babe Ruth, The bambino.
Descubrir estos métodos despertó mi curiosidad, así que he investigado un poco más sobre cómo se ha intentado curar la sordera a lo largo de la historia. He aterrizado en el siguiente artículo, en el que se recogen algunos de esos tratamientos (también inútiles y basados en la superstición, claro):
  • La hipnosis.
  • El consumo de determinadas drogas.
  • Introducir determinados líquidos en el oído: grasa de oso derretida, orina con ajo y aceite de oliva, agua y jabón, el aceite sobrante de freír los huesos del melocotón en manteca de cerdo, etc.
  • Dieta a base de veinte tomates al día.
  • Permanecer sentado tres días y tres noches sin beber ni comer.
Como veis, la mayoría parece más bien un castigo. De hecho, a algunas familias de hijos sordos se les llegó a explicar que, si después de rezar durante varios días sus hijos seguían siendo sordos, era porque eran malas personas y era un castigo de Dios. EN FIN.

Para acabar, ya hemos hablado en un par de entradas de este blog sobre el concepto del «deaf gain» (1, 2), así que no voy a repetir en qué consiste. Pero creo que este fragmento de la serie Switched at birth (Cambiadas al nacer), de la que espero escribir muy pronto una reseña, es muy interesante, porque relacionan el tema de la cura de la sordera con las ventajas de ser sordo:


   



Y aquí tenéis el documental de Lisa Koch, Through deaf eyes, en inglés y ameslán (lengua de signos estadounidense), todo subtitulado. También podéis leer la transcripción en inglés.







3 comentarios:

  1. ¡Muy buena, guapa! Justo te iba a comentar sobre la serie Switch at birth por si no la conocías, pensé que te molaría. :D

    Un saludo enorme. Muaaac.

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  2. Como eres, Mar ... sé curo de la sordera porque tenía taponados los oídos de nacimiento, como cuando subimos al avión ... y las piruetas, el susto y los gritos lo consiguieron... caray.

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