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viernes, 7 de diciembre de 2012

Las reglas de la audiodescripción

En una entrada anterior explicábamos qué es la audiodescripción (AD), así que ya estamos listos para aprender cómo funciona. La norma que regula este servicio es la UNE 153020:2005 «Audiodescripción para personas con discapacidad visual. Requisitos para la audiodescripción y elaboración de audioguías» y la define así:
Servicio de apoyo a la comunicación que consiste en el conjunto de técnicas y habilidades aplicadas, con objeto de compensar la carencia de captación de la parte visual contenida en cualquier tipo de mensaje, suministrando una adecuada información sonora que la traduce o explica, de manera que el posible receptor discapacitado visual perciba dicho mensaje como un todo armónico y de la forma más parecida a como la percibe una persona que ve.
Francisco Javier Navarrete llamó a la audiodescripción «el arte de hablar en imágenes».
Estas son las previsiones del porcentaje de la programación que deberán ser audiodescritas en los próximos años:

Ley General Audiovisual    2010   2011   2012   2013   2014   2015  
Operadores de servicio público5%6%7%8%9%10%
Titulares de licencia estatal3%3,5%4%4,5%4,5%5%
Titulares de licencia estatal
con audiencia >10%
1%1%1,5%1,5%1,5%2%

Como norma general, podríamos decir que la audiodescripción debe cumplir con los siguientes criterios:
  • Relevancia: no explicar la película. La audiodescripción cuenta con un tiempo determinado, así que habrá que seleccionar qué vale la pena contar y qué se puede obviar. Quizá el color de los zapatos no importe en una película, pero puede ser relevante en otra.
  • Objetividad: no interpretar la película, explicar solo lo que se ve. Igual que los espectadores videntes tienen que interpretarla, lo mismo sucede con las personas con deficiencias visuales y es enriquecedor que así siga. Si un personaje bosteza, no se explicaría que se aburre porque eso es interpretar (podría bostezar de cansancio).
  • Neutralidad: la audiodescripción no debe realizarse ni en un tono literario o poético («Las hojas de los árboles caen con un suspiro acunadas por el viento») ni en uno didáctico.
Además, generalmente la audiodescripción incluye la lectura del director y el reparto más destacado (no se suelen leer todos los títulos de crédito), así como la descripción de los logotipos de la productora y la distribuidora. Por este motivo, las audiodescripciones pueden comenzar antes que la película o la obra de teatro.

Logotipo de la audiodescripción.

Pero ¿qué se audiodescribe exactamente?:
  • Los personajes: desde los rasgos físicos (edad, complexión, etnia, color de ojos) hasta el vestuario o incluso el maquillaje si fuera relevante (si la asesina lleva siempre los labios pintados de rojo y en la película la descubren por una colilla manchada de carmín). También se describe el estado emocional, aunque con cuidado de no interpretar. Vale la pena especificar si una sonrisa es irónica o complaciente, porque si no cambia el sentido. Además, los personajes se deben identificar desde el principio, incluso diciendo el nombre aunque un actor vidente aún no conozca esa información, porque ayuda a caracterizar a los personajes.
  • Las acciones: puede resultar complicado, pero hay que decidir qué es relevante para la trama, puesto que no da tiempo a describirlo todo. Es importante también indicar las elipsis temporales o causales. Por ejemplo, si en una escena el personaje, un niño, sale bailando y en la siguiente vemos a un adulto bailando, los videntes interpretaríamos que es la misma persona, pero que ha crecido. Además, se recomienda identificar la función del personaje (antagonista, héroe), algo que me sorprende, porque al espectador vidente no se le proporciona esa información. En la medida de lo posible, hay que tratar de no adelantar infomación. Construcciones como «se ve» o «aparece» quedan terminantemente prohibidas.
  • El escenario: describirlo puede ser la tarea más complicada de todas, porque suele incluir referencias culturales (a otras películas, obras de teatro, lugares del mundo, etc.) Así pues, es necesario que el audiodescriptor tenga una gran cultura general. También hay que informar de los cambios de escena y de ciertos aspectos de la iluminación (la dirección, el color). Por supuesto, además hay que dominar la terminología específica, aunque no hablar con un vocabulario demasiado técnico («proscenio, telar, parrilla, travelling de la cámara, fundido a negro, etc.»).
Como curiosidades cabe destacar que, como norma general, las personas con discapacidad visual que acuden al cine o al teatro suelen tener un alto nivel cultural, por lo que no hay que utilizar un tono didáctico ni simplificar las explicaciones. Se puede y debe incluir detalles sobre los colores (del escenario, la ropa, etc.), porque, además de ser interesante, también aporta información: el rojo es el color de la pasión, el verde el de la esperanza, etc.

En cuanto a cuándo se audiodescribe, se trata de una cuestión muy simple: siempre que el diálogo lo permita. Para audiodescribir se aprovechan los silencios, aunque no se suelen llenar todos de comentarios, porque de esta forma se da tiempo a los espectadores para que asimilen información y pongan en marcha su imaginación. La AD debe evitar provocar el cansancio por saturación de información o ansiedad por ausencia de la misma.

Si habéis leído hasta aquí, os merecéis un premio: el corto «Malacara y el misterio del bastón de roble», accesible (audiodescripción y subtítulos para sordos) gracias a la iniciativa de Teatro Accesible, de la que ya os hablé aquí. A ver si cumplen con todo lo que hemos comentado:



Para acabar, os dejo con una curiosidad más: España fue pionera en la audiodescripción pues, a principios de los años 40, poco después de la Guerra Civil, las películas que se proyectaban en los cines eran audiodescritas en la radio. Aunque también eran consumidas por personas con deficiencias visuales, estas radiodifusiones estaban dirigidas a un público general que no podía ir al cine y continuaron hasta mediados de los 50. La primera película audiodescrita según como lo entendemos hoy en día fue «El último tango en París» en 1987 (aunque la película se había estrenado quince años antes). Esta audiodescripción sentó las bases para la posterior fundación de Audesc por parte de la ONCE en 1993. Y de ahí hasta ahora...

Aquí podéis leer la entrevista que los alumnos del WeTAV le hicieron a la audiodescripctora Gala Rodríguez. Muy, muy interesante, no os la perdáis.

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